
Llegar a tus 30s puede sentirse como un gran hito: tienes más experiencia, mayor fortaleza emocional y mejor conocimiento de ti misma en comparación con tus años más jóvenes. Sin embargo, una área donde muchas notan un cambio es en la capacidad para perder peso. Mientras que adelgazar podía ser relativamente fácil en tus 20s, entrar a los 30s muchas veces presenta nuevos obstáculos que pueden hacer que perder peso resulte más complicado.
Esto no significa que perder peso en tus 30s sea imposible. Es importante reconocer que los cambios corporales, incluyendo alteraciones hormonales y un metabolismo más lento, juegan un papel importante en cómo tu cuerpo maneja el peso. Muchas mujeres sienten que su metabolismo se ha 'estancado' o que sus niveles de energía varían más que antes. La realidad es que estas experiencias son comunes y se producen por cambios naturales del cuerpo durante esta década. Entender estos aspectos te ayudará a abordar la pérdida de peso de manera más realista y compasiva.

Un factor clave que cambia conforme avanzas en los 30s es la tasa metabólica. El metabolismo disminuye naturalmente con la edad, lo que significa que tu cuerpo quema menos calorías en reposo. Los expertos indican que la masa muscular, que quema más calorías que la grasa incluso cuando estás inactiva, disminuye entre un 3% y 8% cada diez años después de tus 20s. Menos músculo equivale a menos calorías gastadas durante el día, lo que puede causar un aumento gradual de peso si tu dieta y actividad permanecen iguales.
Además, las hormonas reproductivas como el estrógeno y la progesterona comienzan a fluctuar durante los 30s debido a los ciclos menstruales, embarazos o etapas iniciales de la perimenopausia. Estos cambios hormonales pueden afectar el apetito, la distribución de energía e incluso causar retención de líquidos. Para las mujeres que quedan embarazadas en esta etapa, el cuerpo adapta almacenando grasa para apoyar al bebé y la recuperación posparto, lo que puede dificultar perder el peso ganado en el embarazo.
Más allá de la biología, el estrés de la vida suele aumentar en los 30s. El equilibrio entre trabajo, relaciones y familia puede elevar hormonas del estrés como el cortisol, que contribuyen a acumular grasa especialmente en el abdomen. Esta combinación de metabolismo más lento, cambios hormonales y estrés crea un entorno complejo para manejar el peso, pero no es imposible.

Perder peso de forma segura y efectiva no es cuestión de soluciones rápidas o dietas extremas, sino de construir hábitos que puedas mantener a largo plazo. Aquí tienes diez consejos de expertos para apoyarte en esta etapa única de tu vida:
1. Prioriza el Consumo de Proteínas: Comer suficiente proteína ayuda a reducir el hambre al mantenerte satisfecha más tiempo después de las comidas. Además, eleva ligeramente tu metabolismo porque el cuerpo quema más calorías procesando proteínas que grasas o carbohidratos. Apunta a consumir alrededor de 1 a 1.2 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día, repartidos en tus comidas. Por ejemplo, si pesas 68 kilogramos (150 libras), deberías consumir aproximadamente 82 gramos de proteína diarios.
2. Aumenta Tu Consumo de Frutas y Verduras: Las frutas y verduras son ricas en fibra, lo cual ayuda a ralentizar la digestión, mantener la saciedad y controlar el apetito. Los adultos deberían consumir de 25 a 30 gramos de fibra al día. Además, estos alimentos suelen tener pocas calorías, lo que ayuda a reducir la ingesta total. Procura comer de cinco a siete porciones diarias de frutas y verduras mínimamente procesadas, como rodajas frescas de manzana en lugar de puré de manzana para conservar la fibra.
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3. Lee las Etiquetas Nutricionales y Cocina en Casa: Revisa cuidadosamente los envases de alimentos para conocer los ingredientes y nutrientes que consumes. Evita azúcares artificiales, aceites y productos muy procesados que añaden calorías extras y pueden bloquear tu progreso. Cocinar en casa te da control total sobre los ingredientes, ayudándote a evitar grasas y azúcares ocultos que suelen tener las comidas de restaurante.
4. Incorpora Entrenamiento de Fuerza: Construir músculo es una de las maneras más efectivas de aumentar tu tasa metabólica en reposo — las calorías que quemas incluso sin moverte. Hacer entrenamiento de fuerza dos o tres veces por semana con bandas de resistencia, pesas libres o máquinas ayuda a desarrollar y mantener masa muscular, favoreciendo la pérdida de grasa continua. Ten en cuenta que la báscula puede no cambiar rápido porque ganar músculo puede compensar la pérdida de grasa, pero tu composición corporal y salud mejorarán.
5. Mantente Activa con Movimiento Diario: Además de los ejercicios formales, busca sumar pasos durante el día. Caminar regularmente contribuye a quemar calorías totales y mejora la salud facilitando la movilidad y reduciendo la inflamación. Un buen objetivo es alcanzar entre 7,000 y 10,000 pasos diarios, aunque caminar 30 minutos dedicados también puede hacer una gran diferencia en tu pérdida de peso.
6. Practica la Alimentación Consciente y Evalúa tus Snacks: No todos los snacks son malos, pero picar frecuentemente alimentos con pocos nutrientes y altos en carbohidratos puede aumentar el nivel de insulina y dificultar quemar grasa. Sé intencional con qué y cuándo comes entre comidas. Prefiere opciones saciantes como frutas frescas, verduras o nueces en lugar de snacks refinados como papas fritas o galletas que te dejan hambre pronto.
7. Identifica tu Motivación y Cambia tu Mentalidad: Saber por qué quieres perder peso puede alimentar tu determinación y ayudarte a sobrellevar mesetas o retrocesos. Reflexiona sobre lo que te mueve —sea más energía, confianza o poder seguir el ritmo de tus seres queridos— y mantén ese objetivo presente. Recuerda que manejar tu mentalidad es tan vital como la dieta o el ejercicio para lograr el éxito duradero.
8. Hidrátate Bien: A veces, la sed se confunde con hambre, lo que lleva a comer innecesariamente. Beber suficiente agua —al menos 8 vasos al día— ayuda a controlar el apetito y apoyar el metabolismo. Si el agua sola te aburre, agrégale jugo fresco de limón o lima para darle sabor.
9. Maneja el Estrés y Prioriza el Sueño: El estrés crónico eleva el cortisol, que promueve almacenar grasa en lugar de quemarla. Incluye técnicas para reducir el estrés como respiración profunda, yoga, escribir un diario o meditación. Además, busca dormir entre 7 y 9 horas de calidad cada noche, ya que el mal sueño altera las hormonas del hambre y provoca antojos de azúcar que pueden sabotear el control de peso.
10. Enfócate en la Consistencia más que en la Perfección: Perder peso es una carrera larga, no un sprint. Escoge alimentos que disfrutes y ejercicios que te gusten en vez de sentir que son obligaciones. Experimenta con hierbas y especias para que tus comidas sean sabrosas y satisfactorias. Participa en actividades físicas que te encanten —bailar, senderismo o clases grupales— porque cuando disfrutas el proceso, es más fácil mantener hábitos saludables a largo plazo.
Al final, el mejor peso es aquel con el que te sientes llena de energía, fuerte y cómoda en tu propia piel, en lugar de perseguir un número específico en la balanza. Crear hábitos sostenibles durante tus 30s establece una base sólida para una buena salud que te acompañará durante las próximas décadas.
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